Si hacemos una cronología de la Crisis Inmobiliaria, podemos empezar por lo que sucedió en Calafell o cualquier otro pueblo costero. Así será mas fácil de entender.
Vamos a ir del nivel micro al nivel macro que es como quedan las cosas claras.
Durante el "boom" económico de finales de los 90 y principios del siglo XXI, se produjo una actividad económica, frenética y todo el mundo ganaba dinero.
Como nadie podía ser menos que el vecino y los bancos daban facilidades para ello, las promociones en la playa se multiplicaron y todo el mundo quería su apartamento o su casita para el fin de semana, a todo lujo, que invertir en el ladrillo siempre daba mas rentabilidad que poner los ahorros a plazo fijo o en la incertidumbre bursátil.
Se construía en cualquier parte, pero los Ayuntamientos no querían recalificar si no veían claro el beneficio. No fueron pocos los concejales de urbanismo que tuvieron que enfrentarse a juicios por corrupción. La operación Malaya en Marbella fue un claro ejemplo de lo que expongo. También se derribaban casas viejas para construir otras nuevas a precio de oro.
Como no había terrenos nuevos, los constructores ofrecían, al propietario, cada vez mas por los existentes y compraban varios, pidiendo hipotecas sobre los mismos, ya que era imposible poder pagar, de una manera normal, el precio exagerado.
También ocurrió, que no pocos particulares atraídos por la nueva "fiebre del oro" hicieron su propia promoción, subcontratando constructores o albañiles mas o menos cualificados para poder obtener una gran rentabilidad de su inversión.
Los Bancos, como no, daban dinero a espuertas, para cubrir el precio de la vivienda y comprarse el coche. Pensaban: "si este me pide 10, pero yo le doy 11, al precio que van aumentando los pisos y las casas, si no me puede pagar me la quedaré y valdrá 15".
Y si el Banco no tenía dinero lo pedía a otro banco disparando el interbancario que ahora se llama Euribor a valores récord.
Una decisión política o varias, finalmente, pincharon la burbuja inmobiliaria y las consecuencias fueron catastróficas para todos:
En primer lugar fueron los albañiles los que se quedaron en el paro.
Después vinieron los fontaneros, los yeseros, los electricistas, los que ponían las baldosas, los que hacían las ventanas de aluminio o madera y los pintores.
Arrastraron a las casas de muebles, de cortinas, electrodomésticos y cocinas.
Los bares ya no podían subsistir porque no tenían a nadie que fuera a almorzar, la panificadora no tenía bares para servirles las barras de pan y la mancha se siguió extendiendo produciendo el caos.
Los bancos se vieron con una avalancha de hipotecas impagadas y unos balances en los que el pasivo no podía sustentar un activo no convertible en dinero y depreciado.
Los mismos tasadores que habían dado un precio de 300, ahora daban como mucho, por lo mismo 100.
Y en esas seguimos. Lo basamos todo en el ladrillo y ahora nos encontramos sin industria, sin I+D y con una mano de obra no cualificada, ya que muchos jóvenes que no querían estudiar veían la salida en colocarse de albañiles y ganar un buen dinero para comprarse el coche y unos cuantos caprichos.
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